sábado, 22 de septiembre de 2018

Almas sin imposibles

Por Myrla Pizarro de la Uz myrla@artemisa.cip.cu
Las labores, cuando son del alma, se agradecen toda la vida. Hay una joven en Alquízar a la que miles corresponden a diario. Siempre supe que era una persona de extrema humildad, de esas tan sencillas que al caminar por la calle apenas levantan la mirada. Conocer en profundidad cuánto hace por muchos, me hizo ponerla en un lugar aun más alto.
Yeneisy Llanes se unió a los trabajadores sociales desde hace más de diez años: pasa la mayor parte de su tiempo brindando amor, entregando, ayudando, enmendando, algo así como el reparador de sueños de Silvio. Es una de las tantas trabajadoras sociales capaces de hacer de nuestro sistema casi una leyenda.

A diario le roba el sueño el afán de hacer más, con amor. No cree en metas imposibles. Le motiva trabajar por la igualdad de oportunidades, el desarrollo espiritual, la integración y la responsabilidad social de todos los ciudadanos. En su quehacer se destaca por la sensibilidad humana y el sentido de la justicia.
“Por iniciativa de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, en septiembre del 2000 surgió el Programa de Trabajadores Sociales, para integrar a profesionales que actúen en los diferentes ámbitos de la vida social, vinculados a individuos, grupos y comunidades en disímiles contextos.
“Desde ese entonces estoy integrada. Siempre quise ayudar a los demás; me sentía mal el día que no podía hacer alguna buena obra por cualquiera, aunque no lo conociera, y esta es la mejor manera que encontré”, explica con sinceridad.
El propósito de estos abnegados seres humanos consiste en prevenir y transformar situaciones, erradicar problemas sobre la base de la participación y la movilización de recursos humanos e institucionales.
Este 10 de septiembre se conmemoró un aniversario más de creado el programa.
“Ayudamos a niños con bajo peso o con necesidades especiales y enfermedades no prevalentes, a personas pensionadas y asistenciadas, a discapacitados… Realizamos estudios de población. En su momento, apoyamos a la Misión Milagro y la Revolución Energética, entre otras obras.
“El día a día tiene sus méritos. No hay momento en el que pase por la calle y no se acerque alguien a agradecer nuestro empeño, ese que exige una inmensa cuota de amor, pues se trata de atender a personas con problemas. El reto está en combinar paciencia con entrega, y lo superamos”.
Desde 2012 es la jefa de la Unidad de Trabajo Social. “Cuando peor la pasábamos era a la hora de ayudar sin entregar recursos materiales imprescindibles a personas que carecen de estos. Es muy triste salir de una casa donde hay una abuela retirada, que cuida de su nieto sin fogón para cocinar ni la mitad de las condiciones; entonces quieres ir a tu casa a buscar el tuyo y dárselo”. Son las palabras de quien siempre entrega.
“Ya en 2014 el Consejo de la Administración Provincial nos otorgó un presupuesto para ayudar materialmente, con equipos electrodomésticos, aseo, cunas, colchones, hasta ropa y zapatos. Así nos aliviamos un poco ese peso de querer dar a quienes necesitan ayuda.
“Fue un crecimiento muy importante, además de captar a más jóvenes este año que en los anteriores, con charlas y convocatorias que explican nuestro quehacer”, agrega con rostro de felicidad, como el de las victorias.
Yeneisy está a punto de dar a luz, y quizás medio Alquízar ha pasado por allí a saber de ella, a sentarse a conversar porque ahora casi no puede salir de casa, a llevarle algo, a verla, a tenerla cerca, a agradecer con su presencia.
Hasta tropezó conmigo un niño que iba sin camisa, con un pote de helado en las manos. Lo regañé por el apuro, pues casi me tumba. Y cuando reclamé explicaciones, me dijo: “¡Oye, no pelees tanto, que Yeneisy no quiere oír gritería en ninguna parte! ¿No ves que mi mamá me mandó a traerle a mi otra mamá un helado, porque de eso tiene antojo y ando apura’o, que se me derrite?”

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