lunes, 31 de marzo de 2014

La maestra Barbarita



Fue mi primera maestra, quizás por eso la recuerde más. Pero creo que no, fue su dulzura, la entrega en cada día de clases, y esa capacidad enorme que tenía para llegar al corazón de los niños y alojarse allí para siempre, lo que me hace recordarla.
Cuando apenas despegaba yo unos centímetros del piso, me enseñó el arte de descifrar las letras y abrió a todos las puertas del mundo de los libros, esos amigos que, con su modesta intervención, nos extendieron la mano, pues fue ella la primera en descifrar esos raros códigos que nos separaban de entender un cuento.
Cuando hablaba con esa voz dulce de maestra, hasta el más inquieto callaba. Ella era la musa de los cuentos. De su boca llegaron las historias de La Edad de Oro, Nemesia, La cucarachita Martina, Ricitos de Oro. Y aunque a todas llegué a memorizarlas, prefería su narración melodiosa.

El noble empeño de hacer parir la tierra



En pleno corazón del Vedado le nació el amor por la tierra sin saber siquiera por qué. Su mamá decía que del Almendares para allá todo era campo, pero Violeta Puldón Padrón añoraba ser Ingeniera Agrónoma aunque el mundo entero quisiera lo contrario. «Cuando llegó el momento de elegir una carrera mi única elección fue esa. No quería nada más. Por esos días era un manojo de nervios y no estuve tranquila hasta obtenerla.»
«Me gradué en 1987 en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana. El campo me encanta y la Agronomía es una carrera muy completa: te enseña cómo sembrar y obtener una buena cosecha, y también comprende una serie de asignaturas que complementan su línea fundamental: obtener alimentos.»

El paraíso de Eloísa



Eloísa Bocourt Vigil le cambió el color a la ladera de una montaña. Hace unos meses el patio de la casa que habita se le quedó pequeño, y quizás fueron las mismas plantas que con tanto cariño cultiva las que le pidieron más espacio, o la necesidad de buscar un empleo para toda la familia que le garantizara trabajo e ingreso a su esposo y su hijo.

Entendiendo la necesidad de potenciar en el país el empleo de la medicina natural, la exmaestra Eloísa comenzó a edificar su finca de plantas medicinales el tres de octubre de 2013 y sigue empeñada en crecer, en diversificar sus producciones.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Mujeres que comandan nuestro cielo



Por: Yudaisis Moreno Benítez 


Es común ver a hombres piloteando aviones, sin embargo la voluntad femenina rompe la tradición en la Brigada de Aviación de la Guardia Playa Girón, Orden Playa Girón, en el artemiseño municipio de San Antonio de los Baños.
   “Desde pequeña yo miraba los aviones y me gustaba, pero no sabía cómo llegar a ellos, después me incliné por estudiar en la Escuela Camilo Cienfuegos de Ciego de Ávila, y allí conocí más del oficio hasta que me asignaron la carrera, comenta Yudelmis López, una de las mujeres pilotos de la base aérea.
   “Es imprescindible tener buena salud, ser valiente, asumir el reto de que no somos menos que los hombres, mi mamá lloraba mucho cuando decidí por esta profesión, pero ahora que sabe de mi preparación y cautela, está orgullosa y me apoya.   

Claudia, alas y tesón tras un sueño



Por: Yudaisis Moreno Benítez

   Mezcla de satisfacción, orgullo, voluntad y más le aprecié en su mirar al comentarme que es la única estudiante de la provincia de Artemisa a quien le otorgaron la carrera de Relaciones Internacionales, y se alista entonces para el Servicio Militar Voluntario Femenino en la frontera, allá en Caimanera, Guantánamo. 
   Claudia Llera Martínez, natural de Guanajay, protagoniza por estos días jornadas memorables en sus 17 años de edad.
   “Desde que comencé en el Instituto Preuniversitario Vocacional en Ciencias Exactas Mártires de Humbolt 7, estudiar se convirtió en mi cotidianidad. Allí -precisa- la exigencia es sistemática, y el hábito de prepararte de forma consiente sustenta la personalidad.

Tan dulce como la azúcar

Tan dulce como la azúcar
Ella lo vio nacer, estuvo ahí desde que se erguía. Cada mañana desde el 16 de septiembre de 1979 enrumba su andar hacia allá.
¿Qué importa la lejanía, el polvo, el ruido, u otros contratiempos?, si con casi 20 años de edad, Felicia Expósito Ledesma tuvo la fortuna de inaugurar uno de los primeros centrales azucareros hechos por la Revolución cubana, el “30 de noviembre” de San Cristóbal, en Artemisa.