Tan dulce como la azúcar
Ella lo vio nacer, estuvo ahí desde que se erguía. Cada
mañana desde el 16 de septiembre de 1979 enrumba su andar hacia allá.
¿Qué importa la lejanía, el polvo, el ruido, u otros
contratiempos?, si con casi 20 años de edad, Felicia Expósito Ledesma tuvo la
fortuna de inaugurar uno de los primeros centrales azucareros hechos por la
Revolución cubana, el “30 de noviembre” de San Cristóbal, en Artemisa.
Y es que al
conversar con ella, hasta parece que la azúcar que producen allí lleva también
de su dulzura. En el área de purificación labora junto a otra mujer y 6
hombres. Verifica cómo va el proceso. Sabe que no hay cabida para las
partículas o materias extrañas que
traiga el jugo de la caña, este tiene que lograr ser claro y brillante,
asegura.
Desde niña le
inquietaba saber cómo de esa esbelta y ondulante planta salían granos de
azúcar, y apostó por aprenderlo en el politécnico Pedro María Rodríguez en
Villa Clara.
Está orgullosa de
ser Técnico Medio en Tecnología Azucarera, y tras 32 años de trabajo siente que
la zafra y el central son su vida.
Felicia sabe de
madrugadas, tardes y noches dedicadas por entero al coloso sancristobalense.
Interrupciones, roturas, sacrificios, sabiduría, y entrega para que sea más
dulce la cotidianidad y no sentir tan amargo el café.
Entre tanto
trabajo, sus hijos Reinier y Nedelsis Carrazco han crecido en el apresurado
ajetreo de una zafra, por ello esta última es Operadora de condensado en el
mismo Central, otra mujer que en el occidente artemiseño se empeña en endulzar
así su vida, y la de los demás.
NO hay mejor forma de dignificar la labor de una mujer que exponiendo su realidad, cúanta valía...
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