Los tatamis de Cancún
resultaron tan gratificantes como sus playas, al menos para la judoca
candelariense Idalys Ortiz. La campeona olímpica en Londres 2012 mostró
una vez más por qué ya es grande entre las grandes de este deporte. Su
reciente exhibición ocurrió en el Grand Prix de esta ciudad mexicana,
considerada Lo mejor de lo mejor por la Organización Mundial del
Turismo.
Cancún y esta morena siempre sonriente de 1.84 metros comparten una estatura envidiable… y elogios de todo el planeta. A la cubanita no le han bastado sus medallas olímpicas de los tres colores, y siete en Campeonatos Mundiales (incluidas dos de oro y una de plata), sino que ahora suma cinco doradas en los Grand Prix, además de tres broncíneas en estos certámenes.
Pero, si algo de veras llama la atención sobre su desempeño en estas lides, radica en el hecho de que, desde 2016, con sus tres títulos en Almaty, La Habana y Ulaanbaatar, se ha coronado siempre. No participó en 2017, pues estuvo alejada del judo en general; sin embargo, a su regreso, triunfó en las citas de Budapest y Cancún.
En esta ocasión superó a todas sus rivales por ippón: primero a la italiana Eleonora Geri, descalificada por Hansoku-make (HSK), y luego a la estadounidense Nina Cutro-Kelly, a quien inmovilizó hasta pedir el fin del combate.
En semifinales derrotó a la brasileña Beatriz Souza (igual por descalificación), en dulce desquite de lo sucedido en su segundo pleito de la competencia mixta por equipos en el reciente Mundial de Bakú.
Y en la final todavía se le observó ágil sobre el tatami, intentando proyectar a la también brasileña Maria Suelen Altheman, cual si nunca le hubiera ganado; en cambio, era la decimocuarta ocasión que se enfrentaban… y su victoria 14 (también por descalificación de la oponente).
El Grand Prix otorga 700 puntos para el ranking mundial al dominador de cada división, 490 al segundo lugar, 350 a los dos terceros, 252 a los dos quintos y 182 al séptimo. La estrella artemiseña no mejora su quinta posición, aunque sí recorta distancias… y vuelve a izar bien alto sus aspiraciones rumbo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Cancún y esta morena siempre sonriente de 1.84 metros comparten una estatura envidiable… y elogios de todo el planeta. A la cubanita no le han bastado sus medallas olímpicas de los tres colores, y siete en Campeonatos Mundiales (incluidas dos de oro y una de plata), sino que ahora suma cinco doradas en los Grand Prix, además de tres broncíneas en estos certámenes.
Pero, si algo de veras llama la atención sobre su desempeño en estas lides, radica en el hecho de que, desde 2016, con sus tres títulos en Almaty, La Habana y Ulaanbaatar, se ha coronado siempre. No participó en 2017, pues estuvo alejada del judo en general; sin embargo, a su regreso, triunfó en las citas de Budapest y Cancún.
En esta ocasión superó a todas sus rivales por ippón: primero a la italiana Eleonora Geri, descalificada por Hansoku-make (HSK), y luego a la estadounidense Nina Cutro-Kelly, a quien inmovilizó hasta pedir el fin del combate.
En semifinales derrotó a la brasileña Beatriz Souza (igual por descalificación), en dulce desquite de lo sucedido en su segundo pleito de la competencia mixta por equipos en el reciente Mundial de Bakú.
Y en la final todavía se le observó ágil sobre el tatami, intentando proyectar a la también brasileña Maria Suelen Altheman, cual si nunca le hubiera ganado; en cambio, era la decimocuarta ocasión que se enfrentaban… y su victoria 14 (también por descalificación de la oponente).
El Grand Prix otorga 700 puntos para el ranking mundial al dominador de cada división, 490 al segundo lugar, 350 a los dos terceros, 252 a los dos quintos y 182 al séptimo. La estrella artemiseña no mejora su quinta posición, aunque sí recorta distancias… y vuelve a izar bien alto sus aspiraciones rumbo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
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