martes, 9 de diciembre de 2014

Una mujer en su montaña mágica

Por Miguel Terry Valdespino
La mañana en que decidimos subir al Consejo Popular Carambola, en Candelaria, el cielo pintaba para lluvia. Y así fue. El agua comenzó a caer de manera tan persistente, que terminó creando un ambiente ligeramente invernal en los predios de la mujer que sería la protagonista de este trabajo: Omayra Scott Alfaro, fundadora del Proyecto Cultural La Montaña y Yo, donde el arte no tiene día ni hora para actuar en bien de esta comunidad.

Omayra, una auténtica promotora, es bien conocida por los sabrosos misterios de su sazón. De ahí que cada año, en el evento Saborear lo Cubano, auspiciado por el grupo Habaguanex y el historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, pueda hacerse presente y aromar diversos espacios donde ofrece, a visitantes nacionales y extranjeros, platos exquisitos, de honda raíz criolla.
De su sazón esplendente y sin rebuscamientos, muy pronto nuestros paladares tendrían agradable noticia, cuando nos dio la bienvenida con un té matizado con jugo de limón persa y después con una harina de maíz sazonada que haría las delicias de los comensales.
La frescura de la mañana invita a conversar, como suele hacerse a la cubana, bajo el libre albedrío más absoluto. No tenemos apuro.Miramos en derredor: nada queda de la abundante picapica y el marabú que reinó en el lugar. Ahora, entre matas de ciruelas, guayabas, aguacates, cactus, cocoteros, plátanos, cuarenta variedades de plantas medicinales y una ceiba con tres años de vida, más un arroyuelo que corre muy cerca, y una anfitriona de altura, es imposible no sentirse bien.
Esta mujer, nacida en San Diego de Núñez, pueblo natal del insigne novelista Cirilo Villaverde, merece el tiempo que vamos a dedicarle, sobre todo porque, al menos para esta provincia, casi la estamos descubriendo, aunque ya lujosos folletos y publicaciones internacionales, repletos de grandes personalidades caribeñas, acojan el rostro y las virtudes de esta mulata conversadora y jovial, con una cantidad de conocimientos nada desechables para sumarlos al sentido de identidad que aspira crear la provincia de Artemisa.
Omayra, quien se define como “una mujer con responsabilidad y palabra”, nos abre gustosa todos los rincones de su espacio, en primer lugar el ranchón de La Madre Melchora, inaugurado el 13 de agosto de 2012, en saludo al cumpleaños 86 de Fidel, y donde los niños de la comunidad disfrutan y son protagonistas de un taller de artes plásticas y de actividades propias de su edad, vinculados no solo a la magia de los pinceles, sino también a la música y la protección del medio ambiente.
“Los niños comienzan en las artes plásticas desde los dos y tres años, y a veces vienen desde muy lejos a pintar aquí. Al principio noté que los padres de varios de ellos tenían problemas preocupantes y quise sacar a los niños de ese entorno adverso. Tuve éxito. Yo creo que el arte tiene un poder mágico para resolver muchos problemas o para aliviarlos”.
El nombre de La Madre Melchora invita a detenernos un instante. Acerca de este personaje, cuenta Omayra que fue la mejor capitana de cimarrones de la Sierra del Rosario, jefa de una cuadrilla que vivió en esta zona y de la cualse habló mucho durante los años 40 del siglo XIX.
Desde que la trajeron a Cuba para servir como esclava, ella estaba segura de que la libertad sería su destino y no otro. Fue un verdadero genio a la hora de evadir la persecución implacable de los rancheadores, quienes llegaron a llamar “cuadrilla fantasma” a los cimarrones que ella dirigía y nunca pudieron diezmar.
Respecto a los mambises, sus hábitos alimentarios y la pasión de Omayra por rescatar diversos platos y manjares de la cocina insurrecta, cuenta esta promotora natural: “Los mambises consumían el pan de boniato, hecho fundamentalmente a base de esta vianda y de coco rallado, el pan patato también, y elaboraban muchas recetas a base de una dosis fuerte de picante, pues el consumo de este les aportaba muchas calorías al cuerpo y los ayudaba a resistir largas horas encima de los caballos”.Sobre esta clase de personajes casi desconocidos, pero muy valiosos, comenta:
“En estas cercanías también vivió refugiado durante treinta años un cimarrón al que nombraban Mataperro; más tarde un personaje como Neno Vera, quien inauguró una escuela en su propia vivienda y después fundó otra llamada Antonio Maceo y, desde los años 30 hasta los 50 del siglo XX, una mujer llamada Victoriana Bocourt tuvo un famoso salón de baile en Río Hondo. Victoriana era partera, santera y muy famosa por unas sopas muy apetitosas que cocinaba para después venderla a los bailadores de su salón.
“Aquí tuvimos hasta personas especializadas en dar, de manera muy refinada y paciente, la noticia de un fallecimiento a los familiares del difunto y después brindarle su ayuda en un momento tan difícil, dice Omayra. Estos nombres que he mencionado y otros muchos fueron, sin saberlo, verdaderos líderes de la comunidad y por eso su obra no debe olvidarse nunca ni menospreciarse”.
Otras partes de un paraíso
El Rincón de las Tradiciones Campesinas se levanta a un paso del ranchón. En este se exhiben faroles, botellas nevadas blancas, negras y azules del siglo XIX, vasos de 100 años,botellas del verdadero Bacardí santiaguero- marca robada a Cuba por los Estados Unidos-, botellas de agua La Cotorra y Lobatón, de comienzos del siglo XX, un tibor de porcelana inglesa, cafeteras, litros de 1 000 mililitros (los litros cubanos de hoy solo tienen ¡750!), desgranadoras de maíz, botellas de anisado El Mono, ¡una plancha de gasolina!…y un sinfín de envases empleados por las viejas generaciones de campesinos y que despiertan nuestra curiosidad, y tras los cuales se ocultan viejas historias muy cautivantes.
Al fondo, una habitación para alojar a los artistas visitantes ya está terminada por completo, mientras un bohío cercano, al que han nombrado Domingo Macuá, es parte también de La Montaña y Yo. Domingo también fue jefe de cuadrillas de cimarrones y, como los dos ancianos venerables que custodian la mesa del ranchón, taita José y taita Julián, vuelve a remitirnos a esos hombres magníficos traídos a la fuerza desde África, y convertidos a la postre en esencia imprescindible de nuestra nacionalidad.
Omayra, más que de sí, prefiere hablar de “mis campesinos”, de seres con los que trabaja en equipo, de personas como Alejandrina Naipes Cabeza, Ángel Calles, Raúl Álvarez, Segundo Capote, la Asociación Caribeña y de muchos colaboradores infatigables que contribuyen a dar vida y esplendor al Patio Cultural La Montaña y Yo.
“Cada uno de ellos tiene su tarea y las cumplen siempre”, dice con orgullo Omayra. Sin embargo, deplora la actitud de la dirección municipal de Cultura en Candelaria, la cual desprotegió este proyecto, al tomar en préstamo un equipo de audio y las tumbadoras pertenecientes al patio, y finalmente, de la manera más irresponsable, devolver roto el equipo, sin posibilidades de arreglo, y no retornar jamás las tumbadoras a sus verdaderos propietarios.
Y también llama la atención hacia la dirección provincial de Cultura, llamada a apoyar más lo bueno que allí se hace, a pesar de que toca a la dirección de Programas y Proyectos interesarse constantemente por esta clase de propuestas culturales. No obstante, noticias de última hora informan de la presencia de mejores aires en esta relación entre los funcionarios de la cultura y la artista candelariense.
Mas, pese a cualquier contratiempo, es imposible no sentir que en el Patio de Omayra se sueña en grande. Aunque se sueña trabajando, tal como pudimos corroborar en el encuentro organizado por la dirección de la Uneac en la provincia, especialmente por Ana Gloria Díaz Hevia, jefa de proyectos comunitarios, y Denys San Jorge Rodríguez, vicepresidente de esta organización.
“Quiero hacer más, tengo muchos sueños en mente –dice con optimismo Omayra Scott-y creo que es posible hacerlos. Si he llegado hasta aquí y he visto los frutos de mi trabajo, puedo sentirme optimista respecto al futuro de La Montaña y Yo. Este entorno de montaña es difícil, pero también tiene mucho de encanto, y niños y personas muy agradecidas”.

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